lunes, 14 de julio de 2008

49 Kilos

“No es sabio el que sabe dónde está el tesoro sino el que trabaja y lo saca”
(Francisco de Quevedo)


(Fecha real: 17/mayo/2008)

Cuando alguien tiene que tomar decisiones en la vida, siempre se recomienda hacer un listado con lo positivo y lo negativo de cada una de las opciones. Pero ¡qué difícil es emplear esa lista correctamente! Cada argumento, a favor o en contra, tiene un peso distinto. Resultaría interesante conocer el peso de todo lo inmaterial que nos rodea. Por ejemplo:
- Una ilusión real: 85 kilos
- Confiar en alguien: 56 kilos
- Engañarse a sí mismo: 95 kilos
- Ser engañado por alguien: -7 kilos
- Encontrar gente que sí merezca la pena: 52 kilos
- Un saco de decepciones: 49 kilos
- Estar cerca de gente cobarde: 95 kilos
- El aplauso por un trabajo bien hecho: 55 kilos
- Acabar con las esperanzas de alguien: 95 kilos

Sería fantástico pesar todo en esta vida, hacer un cálculo de porcentajes y - como si fuera un asiento contable- emplear el resultado para tomar decisiones. Así lo pensaba en muy buena compañía y con unas pintas de por medio en el “Thirty Three”.

Si se nos permite elegir, lo realmente útil sería poder “engañar” a esos “pesos” y sustituirlos, como hacía Harrison Ford buscando “el arca perdida”, cuando sustituye un tesoro por un saquito de arena. Pero, ni si quiera en la ficción “cuela” eso de cambiar un tesoro por un saco de arena, por mucho que Indiana intente calcular el peso y crea que pesan lo mismo… Eso sólo demuestra que, en la vida, no todo es cuestión de pesos porque, por mucho que creamos que nos llena del mismo modo, un tesoro precioso nunca será igual ni durará lo mismo que un saco de arena. Aunque pesen lo mismo.

Por desgracia, no sirven cálculos ni números, porque no es cuestión de peso, sino de algo que no está en nuestra mano… ¿o sí? Muchos siguen practicando esa teoría de la “sustitución”, teoría errónea para que los que aspiramos a no engañarnos a nosotros mismos. Por eso, la que suscribe y sus 49 kilos se queda aquí sentada, en este confortable lado de la balanza: el de los valientes.

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