jueves, 17 de julio de 2008

Chaturanga


(Fecha real: 28/junio/2008)

Dicen las reglas de ajedrez que se hacen tablas cuando el jugador al que le toca mover no puede hacer ningún movimiento permitido y su rey no está en jaque. Esta situación –dicen- finaliza inmediatamente el juego. Cuando esto pasa, es el momento de empezar otra partida.

Pero… ¿qué ocurre cuando el juego ha sido tan largo que, con el tiempo, has perdido piezas, algunas se han roto, hay cambio de jugador y encima se han hecho “tablas por ahogado”? Algo tan sencillo como que llega el momento de hacer ‘inventario’ si queremos seguir con ese tablero. En el ajedrez nos vemos obligados a hacer inventario con cierta periodicidad. Es como cuando un mago abre una baraja nueva después de varios trucos para que los naipes no estén tan manoseados y poder barajar mejor. En el chaturanga (su antiguo nombre), quizá se pueda rescatar algún peón para la nueva ‘batalla’ pero, a menudo, es preferible prescindir de muchos trebejos y emplear unos nuevos (a veces, esas piezas ni siquiera nos pertenecían por lo que es mejor dejar que se las lleve el jugador que se va).

En conclusión, todo apunta a que a nueva partida, nuevo jugador y, casi siempre, nuevas piezas. En ese “impass” entre la primera y segunda partida he descubierto que muchas piezas no aguantan dos torneos, así que… ¡a la basura! Hoy he hecho el último inventario antes de empezar esa nueva partida, en la que sólo quiero jugar con mis piezas, que ya están colocadas en sus escaques dispuestas a disputar mi jugada favorita: el ‘doble ataque por descubierta’. Las otras piezas, que se las lleven para jugar otras partidas porque, en la mía, ya somos 16.

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