lunes, 22 de diciembre de 2008

Naricilla de payaso

Llegaste a casa, a tu nueva casa, y alguien especial te había dejado una nariz de payaso sobre la cama. Junto a ella, una nota: “una naricilla payasil para cuando necesites alegrar el día”. Esos días, te decían que escaseaban los motivos para sonreír, que se vendían caros. Que no era fácil provocar una simple mueca algo cómica.
Viste la nariz, sonreíste y la guardaste en tu bolsillo. Las primeras semanas ni recordabas que viajaba contigo. La sacaste un día y alguien sonrió a un mal día. Poco tiempo después, te la pusiste y te reíste de ti misma. Al final, esa pequeña naricilla verde se había convertido en algo tan personal que, hasta en los momentos ‘menos oportunos’, se abría camino. Y funcionaba. Y hasta él te pidió que nunca dejases de llevarla.
Quizá por eso, desde entonces, llevas siempre la nariz en el bolsillo. La nariz verde de payaso.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Metro de Madrid... suena

Las tecnologías no avanzan al ritmo de las personas. De algunas personas. Y no porque sean incapaces de emplearlas sino porque no entienden bien el dónde, el cómo ni el cuándo.
Viernes noche, línea 5 de Metro de Madrid, una de las más céntricas y la que –de forma habitual- concentra mayor variedad de personas, personajes y sucedáneos humanos, entre los que me incluyo. Entre el murmullo que acompaña a cada vagón, empieza a despuntar una voz con ese acento que muchos identifican con Madrid, cargado de “egques, troncos y tíos”. Por supuesto, el móvil en la oreja (ahora que el Metro tiene cobertura, no se puede desaprovechar!).
- Que no me río, tonta. Que me gusta que seas así.
Sin darte cuenta, caes en esa manía tan española de reconducir tus neuronas y analizar conversaciones ajenas. Levantas la cabeza y observas cómo un chico de unos 17 años, ataviado con su gorra, pendientes y sudadera de rayas, pasea por el vagón –cual salón de su casa- mientras mantiene la típica conversación adolescente por teléfono de “ahora somos amigos pero... las dejo caer”. Inmediatamente pones cara a la pipiola que, al otro lado del teléfono, lanza frases tontunas para que le doren la píldora. Nuestro amigo continúa gritando:
-Eg que voy en el metro. Sí, tronca. Te juro que voy en metro y tengo cobertura. No me queda mucho saldo, pero shi quieres pido dinero y te llamo dezde una cabina.
Cuando termina la conversación, cada uno vuelve a sus quehaceres, camuflando el monedero por si nuestro amigo empieza a recaudar cash para seguir su conversación de “cuelga tú, no tú, no mejor tú”. Volvemos a mirarnos unos a otros, consultamos el móvil, la parada... Pero nuestro amigo, el de la sudadera de rayas, vuelve al ataque.
-¿Sí? Tronco, ya estoy llegando. Te lo juro por Diosh. Ehpérame un minuto. Que shí, que síh. Te juro por Diosh que voy ya por Chueca, que Gran Vía esh la siguiente!!!
Ahí llega el sobresalto. Nuestro joven amigo, además de gritar mientras recorre el vagón de lado a lado, ha provocado que todos nos movamos confusos pensando que el tren había pegado tal acelerón que se había saltado cuatro estaciones de golpe. Uf, nuestro amigo “te juro por Dios” mentía. A gritos. Aún no habíamos llegado si quiera a Alonso Martínez, pero imagino que un ‘te juro por Dios’ siempre queda mejor acompañado de una mentirijilla.
Después de 12 repeticiones del... “Que sí, tronco, te lo juro por Dios, que voy por Chueca. Espérame que la próxima es Gran Vía y me bajo. Tronco, te lo juro por Dios, que ya llego” , lo que volvió fue el bendito murmullo silencioso de viernes. Todas nuestras neuronas, ahora sí, pensaban en lo ridículo de la situación de nuestro amigo del que ya teníamos más información de la que necesitábamos... Pero entonces...
-Tiroriroriiiii. Tiroriroriiii.
Mi bolso había empezado a vibrar. Contesto susurrando.
-¿Sí? Raúl, ya estoy llegando. Vale, vale, ahora voy para allá. Sí, estoy casi en Gran Vía. (Me reí, tratando de morderme la lengua para no decir un “te lo juro por Dios”!)
Levanto la cabeza y la fila de enfrente me mira sonriendo. Les devuelvo una mueca de “todos somos iguales, qué le vamos a hacer”. Pero esta vez, al menos, sí llegábamos a Gran Vía.

sábado, 13 de diciembre de 2008

De nada

Anoche me sorprendieron. Será por eso de que la vida es rara, sorprendente y a menudo (muy a menudo) absurda e incomprensible. Vamos, que la racionalidad y la vida son incompatibles. Ayer me felicitaron. Tres veces. Por teléfono, en persona y por mensaje. Ni si quiera sabía por qué (ya se sabe que -cuando una vive en otro Planeta- trata de apartar la vista de lo que sucede en la Tierra...). Luego lo entendí.
Cuando uno ha hecho algo bien, siempre espera un mínimo reconocimiento. Una palmadita en la espalda. Un “fue también gracias a ti”, “este reconocimiento también lleva tu nombre escrito” o un simple “gracias”. Raramente se logra. Las personas somos así de necias y de poco dadas a agradecer -en las maduras- a quien nos ha ayudado “en las duras”. Es más, está asumido y nos hemos acostumbrado a no recibir palmaditas. Por eso, una se extraña cuando le llueven enhorabuenas de otros, de aquellos que –aun fuera del círculo ‘afectado’- observan, ven, y se acercan a ti para decirte: “aunque no soy yo sino ellos quienes deberían agradecértelo, aunque no se hayan dado cuenta –o no se acuerden-, ten presente que tú también te mereces esa ‘enhorabuena’, esa palmadita en la espalda. Felicidades”.
Bien, pues también a veces, aunque suene a egocentrismo barato, no es mala idea reconocer que sí, que esas ‘gracias’ deben ser nuestras. Enhorabuena a mí. ¡Bien por mí!

martes, 9 de diciembre de 2008

Recuerdos en venta

Las rupturas son rentables. Sí, lo son. Para psicólogos (terapias supera-baches y recupera-autoestimas) y para heladerías (comilonas a consecuencia de tanta serie americana, porque si no, comeríamos chorizo). Son rentables para gimnasios (compensación de las comilonas compulsivas y puesta a punto del cuerpo) y para bares (ya decía Fito que los bares “se deben abrir para cerrar las heridas”). Por supuesto, también lo son para quien deja y para la nueva adquisición (aquel/aquella que, para el abandonado, nunca tiene nombre y se convierte en “el nuevo o la nueva, el capullo o la golfa, el cabr... o la zorr...).
Pero ¿cuántas empresas intentan llevarse su porción del dolor ajeno? Les copio la noticia que leí el otro día en la prensa, por si alguno de ustedes quiere complementar sus terapias de psicólogos, helados, bares, amigos consoladores, etc., con algo distinto:
El portal de búsqueda de pareja y amistad Meetic ha convocado una "terapia solidaria para dejar a un lado los malos recuerdos de los ex". El acto tendrá lugar el próximo día 11 de diciembre en la explanada existente frente a la estación de metro madrileña de Príncipe Pío; lugar al que los que deseen "luchar contra el mal de amores" deberán llevar los objetos de los que quieran deshacerse.
Así, 'De patitas en la calle' pretende cumplir un doble objetivo: contribuir a que los solteros "den un paso adelante, olvidando a su antiguo amor" y reunir objetos que, después de pasar un filtro, serán reciclados o donados a la ONG OSCUS y a la Fundación Bip-Bip.
Según un estudio elaborado por la empresa de contactos, el 80 por ciento de los solteros estaría feliz de deshacerse de todos los recuerdos del amor pasado. Además, el 65 reconoce buscar el amparo de un "buen amigo para llorar las penas" después de una ruptura.
"A pesar de que somos los más románticos e intentamos luchar por nuestra relación contra viento y marea, el 55 por ciento de los encuestados afirma que no tiene ningún reparo en finalizar la relación si las cosas se ponen feas, con independencia de la situación que atravesara su economía doméstica", recoge el informe (elaborado a partir de encuestas a 1.000 usuarios), mientras que un 40 por ciento afirma que se vería claramente afectado al prescindir de los ingresos de su ex pareja, pero que "llegado el caso, le echaría de casa igualmente".
La mejor cura
Un 73 por ciento de encuestados reconoce que la mejor cura para las penas de amor es encontrar una nueva pareja lo antes posible, y un 80 por ciento confirma que estaría feliz de deshacerse de todos los recuerdos del amor pasado que son, según afirman los propios afectados, sus fotos (40 por ciento), cartas, correos electrónicos y SMS románticos (30 por ciento), joyas regaladas por el ex (15 por ciento), peluches (10 por ciento) y recuerdos o tickets de eventos (5 por ciento).
¿Cuándo nos hemos convertido en porcentajes? ¿Vista una ruptura vistas todas? ¿Para qué guarda la gente recuerdos de un mal final? ¿Sólo a un 15 por ciento le han regalado joyas? ¡Serán ratas los muy...!
Y sigo preguntándome... ¿De verdad Meetic cree que la gente se deshará de algo más que cartas o peluches...? Ah! Sí! Seguro que más de un@ dice: “Mi ex me regaló este piso y este coche, pero como me recuerda a él/ella, lo voy a regalar” Ja!
En cualquier caso, como parecen mandar esos cánones tan escrupulosamente definidos, busquen en los recovecos de su casa por si tienen algún mal recuerdo en forma de objeto inútil made in algún ex. Aunque... les invito a hacer algo mejor. Un llamamiento a sus ex (y a la cordura, si es posible) y les digan algo así como: “Si tienes algo mío, no lo tires... ¡devuélvemelo, que no tengo un duro!”.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Luz y asfalto

Siempre has adorado la ciudad. Grande. Caótica. Ese anonimato a veces perfecto, a veces hasta cómplice. Te sirve de refugio igual que, otras veces, te empequeñece entre la multitud. Pero te gusta.
Siempre te has aferrado a la ciudad. A esas noches que te han sabido a “perfectas”. La luz, la gente, el tráfico, el frío, los tallarines a las 4 de la madrugada (disponibles para quien se arriesgue), la luna camuflada entre farolas, antenas y luminosos... Incluso las colas en los bares. No importa. Te gusta. Siempre ha sido un placer poder tomar –como recordaba el buen Ramón- frambuesas en una bandeja de hielo, brugales en copa grande, cañas bien tiradas, nachos de Van Gogh. Siempre ha sido mágico volver a por Jarritas siete años después, y que vuestro camarero, Félix, siga allí dispuesto a decir que, pidáis lo que pidáis, redondeará por lo bajo. Siempre son especiales las filosofías baratas en el Treinta y Tres. Un martes. Un miércoles. Qué más da.
Siempre has disfrutado de la ciudad. Te hace fuerte. Incluso las mañanas. De camino al trabajo, todo cambia cada día y, a la vez, todo se repite. Atraviesas la calle entre gente corriendo y pasas por ese bar que tanto te recuerda al de las historias de Almagriss con su ‘señora del imperdible’. Algún día, incluso tratas de pegar la nariz al cristal por si existe esa “mujer del imperdible”. Pero esas cosas no se repiten. Esa es su historia.
Atraviesas cada mañana esa callecita en la que siempre, de forma cíclica, aparecen los mismos personajes. Con distinta cara. Un joven con mochila, anorak y bufanda, una señora paseando el perro entre toses y suspiros... Pasas frente a esa pequeña pastelería en la que hace más de 20 años acostumbrabas a comprar los donuts para el colegio (¡costaban 20 pesetas!). A las 8 y tres minutos siempre está una señora fregando el suelo. El tramo siguiente del recorrido transcurre por esa cortísima calle en la que –como dirigidos por un general- cada día formáis dos filas, una para cada sentido. A ti siempre te toca la de la derecha y tratas de guardar esa extraña distancia de seguridad. ¿El ritmo? El que te marca el metrónomo interno que tenéis los urbanitas. El último tramo, por fin, la gran Avenida. De pronto se produce esa asombrosa explosión de sonidos, personas, carreras, repartidores de prensa, taxistas, autobuses... El caos. Te gusta.
Siempre te ha gustado la ciudad, incluso en Navidad. Pese a la gente, los empujones, las luces cegadoras, la felicidad fingida, los ‘papanoeles’ de pacotilla, las cenas de empresa, las cestas de Navidad y los regalos pendientes que ya nunca darás. Este año tienes claro que será distinto, pero hay cosas que no cambian. Tu ciudad no cambia.
Siempre te ha gustado la ciudad y ahora, por fin, es completamente tuya. Enhorabuena.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Lunes

... Y venía yo dispuesta a hablarles de mi peculiar e intenso fin de semana... Y venía yo dispuesta a contarles mi reconducción profesional, a contarles mi romántico fin de semana, a narrarles mis nuevas expectativas e incluso a mencionarles cuán variopinta y especial es la gente con la que me he cruzado en la última semana. Incluso pretendía divagar sobre lo especiales y bonitas que están las calles de Madrid en una casi-polar madrugada de invierno. Pero un lunes así merece un espacio por sí mismo.
Dicen que los lunes son feos, tristes, angustiosos. Yo siempre he cargado mucho más contra los martes. Manías que tiene una. Además, este lunes, mi lunes, había empezado bien. Había sueño, sí, pero mi angelito guardián número 1 me había dejado café hecho. ¡Subidón mañanero! Más tiempo para la difícil tarea de acicalarme. Aun así, ahora que -como sabrán ustedes- mi trayecto al trabajo es distinto, he corrido hacia el autobús. ¡Perfecto! El autobús anterior ha salido antes de su hora y parece estar esperando por mí. Subo. La puerta se cierra y me siento junto a quien parecía persona y luego se convirtió en un personaje que hacía ruiditos mientras clavaba sus ojos en un libro pegado a la punta de su nariz. No pasa nada, porque a los 10 minutos de este día que amenazaba nieve, el personajillo se bajó.
Fantástico. Hoy sale todo redondo, así que despliego mis enseres y vuelvo a convertir mi doble-espacio del autobús en mi oficina móvil. Repaso las notas de mi nueva profesión, analizo los puntos básicos de la reflexión del día. Pero... ¿desde cuándo el autobús tiene esta ruta? ¿Y este Mercadona de dónde ha salido? Tras dos minutos de estupefacción me levanto, corro hacia el conductor y con voz aguda de jovencita desvalida pregunto: “Esto... este autobús no va a mi destino, verdad?”. La cara de pena del autobusero era digna de un retrato del Greco. “No, hombre, no”. Tuerzo la boca apunto de soltar una carcajada (sí, últimamente, estas situaciones me hacen gracia). Pregunto: “Pero, ¿dónde estoy?”. Tras la respuesta, no pude disimular una risa tímida. “No te preocupes –me tranquilizó el conductor- sólo tienes que bajarte en la siguiente parada, andar 15 minutos por la calle de la derecha, rodear una plaza enorme que está en obras, seguir hacia la derecha y ahí, en la estación, cogerás un autobús hacia una localidad X. Allí tendrás que tomar un nuevo autobús para llegar a tu destino”.
¿Cómo no me di cuenta antes? Debí percatarme cuando escuchaba a las dos cotorras que hablaban de adornos de navidad detrás de mí. O cuando atronaba en mi cabeza la voz de contrabajo de un joven que hablaba por teléfono en la fila de al lado. Debí darme cuenta de que esas personas no eran propias de mi destino. Ya daba igual. Empezó a llover, cogí mis bártulos y me bajé, mientras un "¡Lo siento!" cargado de ternura salía de la boca del autobusero. “No pasa nada!”, contesté riendo.
El resto, fue un agradable y frío paseo. Agradable, porque en esta localidad tienen un humor estupendo los lunes por la mañana. No en vano, me han llamado dos veces “guapa” (y eso que una no es muy dada al contoneo) y un anciano entrañable me ha “invitado” a subirme con él a un autobús mientras yo buscaba indicaciones sobre la parada. En medio del absurdo y de mi largo camino, me he detenido ante un kiosko de la O.N.C.E... “¿Y si en un día como este, además, me toca la lotería?”. He comprado un “Rasca”. “Compra el de Navidad –me ha dicho el vendedor-, que tienes tres posibilidades”. Lo he hecho y he rascado con rapidez ante su atenta mirada. “Nada, nada... y nada”. “No te preocupes –ha dicho- seguro que no necesitas dinero para ser feliz”. Tenía razón.
Al final, no he llegado al autobús porque, antes de llegar a la parada, un segundo angelillo salvador ha tenido a bien llevarme a mi destino, donde estaba mi cara-mañanera favorita esperándome con un café calentito...
No carguen contra los lunes. Pueden ser días buenos. Sólo hay que tener el chip adecuado.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Las redes (a)sociales

Mi amigo terrenal está convencido de que este mundo es endogámico. Sí, sí, sé qué significa ‘endogámico’ y ambos sabemos que empleamos mal su significado. Pero lo empleamos para repetirnos que todo, absolutamente todo, acaba estando relacionado. Para bien y para mal. Hay experimentos que hablan de seis grados de distancia con el resto del mundo. Yo creo que son menos, aunque a veces intentemos meter con calzador varios grados de por medio.
Pero si esta teoría de la “endogamia mundial” no tenía demasiados ejemplos para justificarse y se convertía en cuestionable, parece haberse transformado en obvia gracias a las redes sociales. Sigo pensando firmemente que estas ciber-redes (tipo facebook) tienen una parte útil y otra absolutamente ridícula. Me envían solicitudes de juegos o test del tipo “¿Qué carrera profesional deberías tener?”, “¿Cómo eres?”, “¿Qué compatibilidad tienes con tus amigos?”, “¿Qué personaje de dibujos animados serías?”. A todos los remitentes de estos juegos les digo que, a mis 30 años, no necesito responder a 25 preguntas o seleccionar 18 imágenes para saber quién soy (lo descubro cada día), quiénes son mis amigos (se lo intento recordar a ellos todos los días), ni qué carrera debería tener (la que tengo, por suerte).
Pese a todo, una vez, fui una necia y jugué. Error. Ese juego insignificante pero pretencioso me dijo: “Eres Bob Esponja”. ¿¿¿¿Qué yo qué??? Siempre creyéndome una princesita o, como mucho, Minie Mouse y de pronto leo esa sentencia en la pantalla de mi ordenador: “¡¡¡Túuuu eres Bob Esponjaaaa!!!”, con un espeluznante dibujo del personaje en cuestión. Murphy, Murphy, eso te pasa por ingenua. Ahora tendrás que entrar en la Wikipedia (enciclopedia de los cultos, ya se sabe) y descubrir sus características para ver qué te hace parecida a él:
“Bob Esponja Pantalones Cuadrados es una esponja marina que vive en una piña debajo del mar, con su vecino calamar, Calamardo Tentáculos, que vive en un moai. El otro vecino y mejor amigo de Bob Esponja es una estrella de mar rosada llamada Patricio Estrella, que vive bajo una roca. Bob Esponja y Patricio viven a ambos lados de Calamardo, desgraciadamente para él (pues los aborrece). Calamardo es constantemente molestado por las payasadas de Bob Esponja y Patricio. Bob Esponja que es amarillo, absorbente y poroso (de acuerdo con el tema musical en inglés), trabaja como cocinero en el Krustáceo Kaskarudo, un restaurante de comida rápida donde Calamardo es el cajero...”
Correcto. Me identifico. Lo han clavado. Sólo me falta la piña, aprender a bucear, encontrar entre mis amigos uno al que llamarle “estrella de mar”, machacar mi hígado hasta ponerme amarilla y aprender a cocinar.
A lo que vamos. Las redes sociales. Para lo bueno y para lo malo. Me empecé a plantear lo malo cuando había solicitudes que no me apetecía aceptar. Me lo continué planteando cuando los amigos de mis amigos NO eran mis amigos. Y hoy, después de ver el nombre por accidente de una de esas personas con las que no quieres tener ni un miserable vínculo, me he repetido “¿Por qué tengo ver su nombre en mi pantalla? ¿Por qué también tiene que estar vinculada a tal o cual persona o a tal o cual evento?”... Después, en un ejercicio de mi malicioso sarcasmo, me he tranquilizado pensando: “Pobrecita, no hace falta que juegue a los personajes, seguro que le sale La Bruja Avería”.

martes, 25 de noviembre de 2008

"Usted no lo sabe, pero depende de ellos"

Gracias a un buen amigo, rescato por aquí esto que escribió Pérez Reverte en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que 10 años después uno debe leerlo y pensar un poquito...

"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza."

jueves, 20 de noviembre de 2008

La Cocina de los Monólgos 2

No soy de risa fácil. No soy de carcajada. Pero reconozco que ayer sonreí, reí y finalmente sucumbí a la carcajada en el estreno de ‘La Cocina de los Monólogos 2’. Ingenio, humor y buenos recuerdos son tres de los ingredientes que vais a encontrar en 'La Cocina de los Monólogos 2' si estos días os queréis acercar por el Teatro Arenal de Madrid. Albert Boira, Iñaki Urrutia y Belén Rubio son los tres maestros de la cocina humorística que ofrecen, a fuego lento, varios monólogos de identificaciones rápidas cuya digestión se facilita con un cóctel de carcajadas. Ah! Sí! Y demuestran que las mujeres sí son buenas en el arte del humor.

Aquí adjunto un poco de información promocional…

Después de más de un año ofreciendo a los paladares del público madrileño y barcelonés `La cocina de los monólogos´ y habiendo paseado sus fogones por distintas ciudades de España, esta compañía decide presentar sus nuevas recetas de humor con un nuevo espectáculo.Reunidos en interminables sesiones de creatividad y después de estrujar sus cerebros hasta el límite, encuentran por fin el nombre ideal con el que bautizarlo: La cocina de los monólogos 2.Animados por esta racha creativa que les invade, ofrecen ahora un nuevo atracón de risas en su punto.
Los Cocineros de Temporada
Albert Boira - Especialista del directo, un veterano cocinero experto en describir situaciones cotidianas aliñadas con sarcasmo e ironía, sus platos se sirven desde la experiencia que le da haberlos vivido en sus propias carnes.Su característica diferencial, la improvisación, es un condimento que solo usan los grandes chef´s, que tienen, como receta especial su rapidez mental y la respuesta adecuada en el momento oportuno.
Belén Rubio- Cuando uno ve a Belén a los fogones, se da cuenta de que se ha ganado a pulso un sitio en la alta cocina de los monólogos. Su autoridad y su seguridad no dejan lugar a dudas de que estamos ante una de las grandes del género a nivel nacional.Esta cocinera aporta un sentido del humor de fuertes sabores no exento de un regusto de clase e inteligencia, muchos desearían tenerla a su lado, aunque no todos estarían a la altura necesaria.
Iñaki Urrutia- Este catalán con nombre vasco y residente en Madrid, consigue, con sus recetas hacer pasar al público de la sonrisa a la carcajada con un humor rápido fresco y elegante.Referente obligado en el panorama nacional de cocineros del humor, con un estilo que llega a comensales de todas las edades y creencias, se hace imposible resistirse a los particulares sabores que se degustan en sus monólogos, perfectamente elaborados, de fácil digestión e inconfundible estilo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Dobles raseros

La gente cambia. Esa es la frase que más he escuchado en el último año. El “Fulano” de hoy ya no es el mismo que el “Fulano” del año pasado, ni si quiera es el mismo que era la semana pasada. “Esa o aquella persona se ha vuelto hipócrita y egoísta porque ha cambiado y ya no es la misma persona”. Pero ¿por qué utilizamos ese argumento sólo con la gente que cambia para lo que consideramos ‘mal’?
Todo es distinto cuando alguien trata de ‘reconvertirse’, arreglar algo mal hecho o enmendar un error. Siempre encuentras a un mejor amigo que sentencia eso de… “No te fíes, las personas nunca cambian”.
¿Interpretamos el ‘cambio’ o el ‘estancamiento’ de la gente en función de lo que nos dejará más tranquilos? ¿Tenemos entonces tantos dobles raseros?. Está claro que para la gente que, de pronto, nos hace daño sin saber por qué siempre recibimos una palmadita en la espalda y un “la gente cambia”. Pero para quien quiere corregir un error o cambiar para ‘bien’ (esto del bien y el mal, ya se sabe que no son conceptos absolutos ni universales), siempre se nos pide precaución porque “la gente no cambia y el que es así, siempre será así”.
Y digo yo, ¿entonces de qué depende que la gente cambie? ¿Sólo se puede cambiar si es 'para mal' y, en caso contrario, no hay cambio que valga? ¿No será que lo hace según su facilidad para ser influenciable? ¿No cambiará también aquel dispuesto a aprender de cada cosa, evolucionar, absorber, entender, compartir y vivir las cosas? Al final, para evitar los dobles raseros, es preferible acomodarse en la gama de grises que hay siempre entre el blanco y el negro, entre el cambio radical y la anti-evolución.
Aunque ya decía Confucio que “quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios”, a mí me gusta eso de Alexis Carrel de que “lo mismo que un río: el hombre es cambio y permanencia”.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

"Miénteme pero dime que me quieres"

Hoy recibía un mensaje de una amiga pidiendo ayuda. En su trabajo (para algún estudio), le habían pedido un listado de excusas que pone la gente para dejar una relación. Escarbar en el pasado siempre es arriesgado, sobre todo cuando una tiene que repasar las excusas más recientes que ha escuchado. Así que, una charla con un par de amigos durante una hora puede ser un buen momento para cotejar opiniones ajenas. Así estábamos L., R. y yo dispuestos a sacar alguna conclusión. L es más lunar, más poeta. R es más terrenal pero con un punto curioso de sensibilidad. Como seres humanos y hombres, ambas opiniones eran perfectas.
Cuando tres personas dadas a la filosofía barata empiezan un tema así pasa lo que suele pasar en estos casos: primero decidimos si hablamos de excusas, de razones o de eufemismos. No es lo mismo dar una razón empleando eufemismos que dar una excusa. Aclarado el punto dialéctico, toca aclarar si hombres y mujeres hacen lo mismo. Según R, los hombres dan excusas para no sentirse mal por dejar la relación. En cambio -según R- las mujeres usan excusas para ocultar algo. Ya se sabe que generalizar sobre estas cosas es arriesgado e inútil. Igual que sobre las preferencias. Yo siempre he sido de la verdad aunque duela, y L ha dicho preferir el "miénteme pero dime que me quieres".

Al final, después de la conversación, hemos recopilado unas cuantas excusas y las razones que encubren:

  • No siento que confíes en mí (no sé qué excusa poner, así que tiro por ahí)
  • Estamos en puntos distintos de la relación (no te quiero)
  • Necesito no ocuparme de nadie y estar a lo mío (¿soy egoista?)
  • No sé lo que quiero (a ti nLista con viñetaso te quiero)
  • Necesito independencia (hay otra persona)
  • Ya no eres la de antes (¿yo no soy el de antes?)
  • Debemos darnos un tiempo para averiguar qué sentimos (según R, esto significa: te voy a tener ahí, en el congelador, mientras descubro si funciona lo mío con "x")
  • No sé si me quieres (y mejor no te lo pregunto, lo doy por sentado y me voy con otro/a)
  • Tú te mereces algo mejor (yo tengo otra/o... tú ya encontrarás otro/a)
  • Es mejor dejarlo cuando la cosa está bien, antes de estirarlo y que se estropee (Vamos, que no pienso luchar ni un poquito, porque ya tengo a alguien en mente)

No hemos tenido tiempo para más... Pero me quedo con mi excusa favorita, la que me ha contado L., mi amigo lunático y poeta: "Lo siento, pero tengo que volver a mi planeta".

domingo, 2 de noviembre de 2008

Don Carisma y Don Dinero

Ellos son los dos acompañantes que más ambicionan los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Nunca dejarán de sorprenderme las campañas americanas, pese a que todo parece formar parte del mejor guión de Spielberg… o el peor. Es una ciencia ficción que a menudo roza el absurdo y que, al final, siempre se escapa de las manos de los más expertos analistas políticos. A veces hacen bien recordándonos que triunfa el “tanto tienes, tantos votos vales…”. De hecho, dicen que han sido las elecciones más caras de la historia.

Estos meses hemos leído, visto y escuchado tantas estupideces por segundo, que una ha llegado a pensar que había retrocedido unas décadas y habíamos vuelto a la época del folletín. Así, cada día, bajo el epígrafe de “elecciones americanas”, una encontraba nuevas relaciones de amor-odio, teatrillos, personajes que entran fugaces en escena para crear un nuevo enredo, personajes que desaparecen y, por supuesto, los discursos diseñados para mover el sentimentalismo de las masas.

En los últimos meses hemos escuchado a Sarah Palin decir que era experta en política exterior porque “desde Alaska, casi se ve Rusia”, hemos visto a cadenas de alimentación hacer sondeos electorales basados en que los clientes eligieran un vaso azul o rojo para el café y también hemos oído cómo Palin caía en una broma radiofónica en la que se le hacía creer que hablaba con Sarkozy. En medio del absurdo, hemos conocido a “Joe el fontanero”, que se convirtió en protagonista del debate entre Mc Cain y Obama (y que NY Times acabó denunciando como “estafador”), hemos visto a Homer Simpsom intentando votar por Obama en uno de los capítulos estelares de los Simpsons, a los astronautas de la NASA pidiendo el voto y a un pueblo de Colombia emitir billetes con la cara de Obama. Se ha hablado de racismo, de dinero, de amigos terroristas, del cuñado de Palin, de la inexperiencia de McCain…

Parece que quedan unas horas para que se ponga punto y final a este circo del surrealismo (luego empieza otro… pero eso ya es otra historia). Creo que echaré de menos este “folletín” diario…

jueves, 30 de octubre de 2008

¿Odio=amor?

A veces, cuando uno se sienta con un amigo para teorizar sobre la vida, el mundo y las nimiedades diarias, acaba pensando que está dando vueltas absurdas a temas ya demasiado denostados. Incierto. Cada día leemos cómo los científicos estudian los temas que uno ya ha sido capaz de analizar, estudiar, experimentar, reproducir y maldecir. Pero, claro, ellos son científicos y pueden utilizar palabras como “circuito cerebral” o “putamen” (sí, habéis leído bien).

Esta misma mañana, un estudio justificaba eso de que “del amor al odio hay un paso”. La investigación de un grupo de científicos londinenses iba un poco más allá: prácticamente ‘amor’ y ‘odio’ es lo mismo. Empleamos la misma parte del cerebro aunque, eso sí, -según el estudio- el amor no atiende al sentido común y suele ‘perder el juicio’, mientras que el odio tiene una mayor dosis de consciencia.

Aquí os dejo la noticia... En cuanto a las reflexiones, me quedo con las mías, las que pasan de la reflexión a la experiencia.

EL CIRCUITO CEREBRAL DEL ODIO
Isabel F. Lantigua (Elmundo.es)

MADRID.- La última novedad en torno a Barack Obama, el candidato a la presidencia de EEUU, es que dos neonazis habían urdido un plan para acabar con su vida. En este caso, las razones del odio hacia el aspirante negro son raciales pero puede haber otras muchas motivaciones. ¿Por qué se odia a alguien? ¿Qué pasa en el cerebro de estas personas? Un equipo de investigadores británicos lo ha descubierto.
El odio es un sentimiento biológico complejo que, a través de la historia, ha llevado a los individuos a cometer tantos actos heroicos como viles. Lo mismo que puede decirse del amor. Y es que lo primero que han descubierto los investigadores del Laboratorio de Neurobiología del University College de Londres es que ambas pasiones comparten dos estructuras cerebrales, una semejanza mayor que la presentada con cualquier otra emoción. Por eso, el dicho popular afirma que 'del amor al odio sólo hay un paso'.
Para descubrir 'el circuito del odio', que es único, los investigadores observaron mediante imágenes de resonancia magnética el cerebro de 17 individuos -10 hombres y siete mujeres- mientras veían fotos de caras de personas por las que sentían una seria animadversión (cedidas por cada participante) alternadas con otros rostros neutrales, que no despertaban en ellos ningún tipo de sentimiento.
De esta forma vieron las áreas neuronales que se activan al odiar. Sus resultados, que se publican en la revista 'PLoS One', muestran que la red que se pone en marcha con esta pasión irracional implica a dos regiones que juegan un papel importante a la hora de generar un comportamiento agresivo y en trasladar posteriormente esta conducta a la práctica. Dichas zonas son el putamen -un núcleo situado en el centro del cerebro-, y la ínsula -en la superficie lateral de dicho órgano-. Los investigadores explican que "estas mismas áreas son las que se activan en el amor romántico".
Varios trabajos han demostrado que entre las funciones en las que participa la ínsula se encuentra la de catalizar las expresiones de disgusto y los estímulos desagradables, mientras que el putamen es el encargado de planificar la respuesta activa, como puede ser agredir a la persona odiada o adoptar una actitud de defensa. "El hecho de que las zonas del putamen y la ínsula también se activen por el amor romántico no es sorprendente, ya que ambas pasiones pueden conllevar actos irracionales y agresivos", explica a elmundo.es Semir Zeki, coordinador de la investigación.

Los canales propios
Pero junto a estas regiones, el 'circuito del odio' transcurre por vías propias y distintas a la de otros sentimientos. Así, se adentra en la corteza frontal, encargada entre otras cosas de predecir y anticipar las acciones de los otros.
Además, los autores han descubierto que una diferencia fundamental entre el amor y el odio es que "con el primer sentimiento se desactivan partes de la corteza cerebral relacionadas con el juicio y el razonamiento mientras que esto no se produce en el caso del odio, que sólo es capaz de desactivar una pequeña zona localizada en la corteza frontal". "Mientras el amante es siempre menos imparcial y no atiende al sentido común en lo que respecta a la persona amada, el individuo que odia no suele perder el juicio sino que es muy consciente de los pasos que da y las acciones que emprende contra el individuo odiado", señalan los investigadores.

lunes, 27 de octubre de 2008

Mery Christmas, Manué!

Volviendo a casa de madrugada miré al cielo en busca de la luna, como alguien me recomendó. Y ahí estaban. En Madrid no encontré la luna pero ya están colgadas las luces de navidad a lo largo de una conocida calle de tiendas. Apagadas, pero estaban. Cordones con sus correspondientes ilusos, utópicos y poco originales mensajes de cariño, paz y amor.
Siempre se dice eso de que “cada año empiezan antes”, pero nunca había visto las luces colgadas un 25 de octubre (quizá no acostumbraba a buscar la luna camino de casa). Pensé que era una exagerada pensando que la navidad llegaba más de dos meses antes, pero en cuestión de tres días he visto en mi correo mensajes de recomendaciones humorísticas navideñas que han hecho que suene mi alarma interna para avisarme: "Murphy, ya está aquí la saturación navideña, y justo este año, para tu desgracia, comienza mucho antes". Aquí os muestro las primeras incursiones navideñas en mi correo...
MAIL 1:
HOLA AMIGOS, QUISIERA ADELANTARME A TODOS Y FELICITAROS EL AÑO 2009 YA QUE SERA MUY ESPECIAL... El año 2009 será EL AÑO DEL CONSUMISMO ¡ALEGRESE!
SEGÚN LOS MÁS RECONOCIDOS EXPERTOS EN ECONOMIA, MARKETING Y TENDENCIAS DEL CONSUMIDOR, EL 2009 SERÁ EL AÑO DEL... CONSUMISMO...

TENDRÁ QUE QUEDARSE:
CONSU-MISMO COCHE
CONSU-MISMO SUELDO
CONSU-MISMO TECHO
CONSU-MISMO VESTUARIO
CONSU-MISMO PAR DE ZAPATOS
Y SÓLO SI DIOS QUIERE...
CONSU-MISMO TRABAJO...

ARRIBA EL CONSU-MISMO
¡PORQUE NO HAY OTRA!


MAIL 2:


Creo que no voy a poder soportar que la Navidad este año dure tres meses. Va a ser una agónica tortura china. Tendré que hacer mío ese otro dicho clásico navideño: ¡Maldita Navidad!

domingo, 26 de octubre de 2008

Balances de mi DGT

Al igual que cada domingo la DGT envía el balance del fin de semana en las carreteras, deberíamos acostumbrarnos a hacer balances de domingo. Los otros balances. Balance de accidentes y accidentados, de aquellos que deciden conducir un rato con nosotros o, al menos, hacerlo en la misma dirección, partes de lesiones y repaso a aquellas personas a las que les quitaríamos varios puntos de carnet de un plumazo para que dejen de conducir cerca de nosotros. (Aunque, en estos casos, también se pueden dar puntos a los mejores conductores!).

Mi balance, sería más o menos así…
- Nuevos conductores en mi pista: 1
- Re-encuentros afortunados: 1
- Bares descubiertos en boxes: 1
- Lesiones deportivas: 1 (recuperable)
- Decepciones personales: 1
- Novedades profesionales: 3
- Nuevos ‘saraos’ conocidos: 1
- Proyectos en marcha: 2
- Llamadas sorprendentes: 2
- Desbloqueos personales: 1
- Bloqueos no superados: 2
- Personas a las que retirar el carnet: 1
- Regalos materiales: 1 (una Wasburn D10 negra)
- Regalos inmateriales: 4

Para completar todo buen balance, deben incluirse ‘notas a pie de página’ y hacer un repaso de las mejores frases que te han dicho esta semana:
  • “Murphy, te lamentarás toda la vida si no estás disfrutando de este minuto” (P.M., cantante y compositor).
  • “Tocar la guitarra no te convierte en guitarrista” (Murphy White, superviviente)
  • “Pagaría todo el dinero que he ganado este verano por no haber tenido que aprender lo que he aprendido de ese modo, sin sufrir todo eso, pero no hay otra manera de aprender” (P.M. cantante y compositor)
  • “Estoy feliz porque estoy vivo. Y además, hoy hace sol” (L., cantante y compositor)
  • “Perdona, es que R.A. está durmiendo y los artistas tienen que cuidarse la voz. Ya sabes… Comprenderás que no le despierte cuando sólo es la una de la tarde de un jueves!”(D.C., manager).
  • “He cambiado de gurú y a mi perro le han fichado en el circo del sol” (P.M.)
  • “Estoy indignada. Ese tal Antonio Orozco ha subido a destrozar la mejor canción” (N., mallorquina)
  • “No te diste cuenta de que vestías a un santo para que otra lo adore. Perdona, lo de Santo es una forma de hablar…” (J.L., periodista)
  • “¿Qué hace una chica como tú…?” (es increíble que esa frase se siga empleando…) (Q. profesión desconocida)
  • “El hombre rico que nos iba a financiar desapareció. Murphy, te tengo en la lista de amigos para que nos ayudes” (K.R., compositor, soñador e iluso)
  • “¿Prometes volver a ser perversa?” (R.B., amigo)
  • “Murphy, no recuerdo eso de Mayra Gómez Kemp… ¡Eres más friki que yo!” (E.A., actor, humorista y monologista televisivo)
  • Enseñanzas de una jornada de Fórmula 1: (1) Lo mejor de un Gran Premio es todo lo que se cuece en el Paddock (2) Además del vermú, a veces es conveniente ver la carrera… (3) Hay que dar una oportunidad al Martini Rosso.

domingo, 19 de octubre de 2008

Hacer deporte es... insano

¿Quién dijo que el deporte era algo asequible, sencillo y saludable? Mi regreso a este peculiar mundo, después de 18 años, me ha recordado por qué preferí erigirme “teórica del deporte”. Entre otras cosas, porque no se puede practicar deporte tomándose unas cañas y unas tapas simultáneamente.
¿Quién dijo que es ponerse a jugar y punto? El proceso para reincorporarte al mundo del deporte está lleno de trabas. Nadie te lo advierte, pero existen.

Fase 1: la equipación
Bien, si una quiere jugar al baloncesto, debe ir debidamente ataviada. El chándal tiene unas premisas diferentes cuando se trata de baloncesto. Vamos, que cuanto más chándal y más feo, mejor. Te resistes, miras y remiras con ayuda de ese buen amigo que después de 45 minutos en Decathlon empieza a recordar por qué prefería no acompañar a sus amigas de compras. “¿Es que no hay un pantalón bonito?” “No, Murphy, elige uno cualquiera, negro o azul marino y ya está”. “¿Pero por qué ese es de baloncesto y este no? ¿Y si buscamos uno de esos ‘molones’ con botones a los lados para quitármelos de un tirón en plan Globetrotters?”. Vale, pantalones largos de chándal comprados, aunque a mi estilo, ante la impaciencia y la cara de estupefacción de tu misericordioso amigo.
Pero el punto 2 son las zapatillas. ¿Creíais que no hay modas? ¡Un carajo! El paradigma de la moda deportiva en calzado está en el baloncesto. Y, por lo visto, según los gustos de tu otro amigo (el del pantalón desertó y tuviste que recurrir a otro), cuanto más estrambóticas, mejor!. “No, Murphy, esas son sosas, vives anclada en los 80. Las zapatillas que ahora se llevan son esas negras y plateadas con líneas fosforitas que te hacen parecer Robocop”. “Madre mía, si me compro esas zapatillas, además de hacer ejercicio sólo con llevarlas en mis pies y levantarlas a cada paso, debería ser capaz de machacar y hacer ‘alley hoops’ a chorrón!”. Está bien, cedes, apartas esas blanquitas y decides innovar, aunque sin excentricidades (total, chupar banquillo con botas molonas puede rozar al absurdo).
Fase 2: primeros entrenamientos
Cuando una se reincorpora pasados los años, se enfrenta al hecho de que, aunque por una no pasen los años (ejem), por el deporte sí. Una que sólo entendía de “yo soy base o yo soy pivot”, empieza a escuchar cosas como… “¿Tú en qué posición juegas?” “Yo soy 2 ó 3”… Otras dicen “Yo normalmente juego de 4, pero si hay otras más altas, puedo ser 3”. Tú, tragas saliva y te muerdes la lengua para no decir… “Mi número favorito es el 3, pero eso no importa, ¿no?”. No, prefieres escurrir el bulto y llamar a tu amigo el que te acompañó a por las zapatillas y pedirle un curso rápido de reciclaje teórico del baloncesto. “Sí, el próximo día lo diré: soy 2 ó 3”.
Ahí no acaba el sufrimiento… Empieza el entrenamiento:
  1. Entradas por la derecha…(ok)
  2. Entradas por la izquierda… (¿Quién mueve el aro cuando entras por la izquierda?)
  3. Tiros libres… (¿Por qué no te dejan saltar al tirar? ¡Ah, sí! porque eres de las pocas personas que saltan hacia adelante y no hacia arriba… Deberían entender que tu estilo de juego parte de una base teórica que desarrollarás con el tiempo: “Saltas hacia adelante estirando la pierna izquierda hacia atrás, dibujando una línea imaginaria perfecta desde la punta de tu pie hasta el aro”. ¿Por qué se meterán con tu tiro? Siempre has escuchado por ahí que lo importante es meterla, ¿no?)

Y llega el inevitable momento de la pachanguita:

- “¿Y si pitan 1+1 en los tiros libres?” – “No, Murphy, eso ya no existe”.
- “Entrenador, eso es lucha. Pffff, saltar con esta…” - “No, Murphy, ya no se salta en la lucha”…
- “¡Oye, no defiendo dentro de la zona para que no me piten 3 segundos en zona!” - “No, Murphy, ¿es que juegas con reglas NBA? Aquí sólo se puede pitar zona en ataque”.

Fase 3: el partido

Superados los dos primeros entrenamientos… llega el momento crucial: el partido. Es el día, aunque tú rezas porque (A) seáis suficientes para que te toque jugar pocos minutos, (B) que alguien haya llegado a casa la noche anterior antes de las 5 de la mañana y pueda correr por las demás y (C) que con un poco de deporte se te pase la resaca. (A) se cumplió, pero (B) no se cumple y (C) tampoco. Bueno, menos es nada.

Te reúnes con tu equipo que, motivadas por (B) y (C), decide no calentar. El otro equipo, disfrazado de superprofesionalidad, empieza a calentar y… ¡empieza el circo! Sí, señores, tú que creías que para esto no había que actuar… Sí. Cintas en la cabeza, coderas, modelis fashionistas… Miras al equipo contrario y observas que, para muchas, comienza la representación. Hay papeles para todas: la quejicosa, la marimacho, la sabelotodo, la capitana que más bien se cree generala…

A falta de saber cuál es tu papel, te sientas y esperas tu momento ya ataviada con el color butano con el que te ha tocado jugar (bueno, al menos el naranja se lleva este otoño). Tres minutos de partido y, siguiendo la filosofía de todo equipo de estas edades, la mitad del cinco titular está asfixiado, así que, a los cinco minutos de partido llega tu entrada en escena.
Repasas mentalmente todo ese rollo que tu amigo te contó sobre tus movimientos. Murphy, recuerda, en ataque sólo puedes pasar, bloquear o cortar. Y en defensa en zona, muévete en esos cuatro sentidos y ya… Vale, todo claro. Ves el balón, puedes cortarlo y… ¡zas! ¡Eso es un estreno!: En menos de 30 segundos estás rodando por el suelo haciendo la croqueta y con medio brazo y toda la rodilla marcada (yuju! Tus amigos van a creer que practico deporte!). Aun magullada, te enorgulleces pensando… (así nadie pensará que no lo doy todo por el equipo!). Pasan los minutos y tu único papel es robar balones y comenzar a hiperventilar y, por fin, se acaba el primer cuarto.

Fase 4: postpartido
Por fin llega tu fuerte. El postpartido. El aperitivo en una terracita… Confías en que los partidos sean siempre a esa hora, que el aperitivo a esa hora sienta estupendamente bien. Recuperas en unos minutos todas las calorías que has perdido, pero te sientes bien.
Está claro. El deporte no es tan sano como dicen y, además, tu ‘mens’ ya estaba sana antes de tratar de sanear su ‘corpore’ (que más que sano, de momento, está magullado y dolorido). Sin embargo, algo tiene el deporte que, aunque insano, engancha, así que decides seguir haciendo la croqueta y participando en ese pequeño circo de la cancha.

domingo, 12 de octubre de 2008

Una promesa no alimenta

Llega el punto final de otra semana en la que tratamos de resistir la agresiva invasión de artículos sobre la crisis... A punto de reventar y aborrecer definitivamente a bancos, sistemas financieros, promotores, ministros de finanzas y demás miembros del patético círculo vicioso en el que parece haberse convertido todo esto, prefiero volver a mirar a otro lado. A ese lado que tan poco espacio posee en los medios de comunicación.

Hace unos días se celebraba el Día del Trabajo Decente. Y yo me preguntaba: ¿Qué es para nosotros el trabajo "decente"? ¿Qué es para gran parte del mundo el trabajo "decente"? Mientras nosotros aspiramos a rascar unas cuantas horas menos de trabajo, otros aspiran a recibir un sueldo o a no ser obligado a trabajar con 7 años de edad... Imagina qué pensará un joven del tercer o cuarto mundo (ya sabéis, ese submundo que desde hacer años apareció en el primer mundo) cuando le hablan de trabajo decente. Sería algo así como... ¿Qué tal si en vez de teorizar sobre la optimización de la relación producción- rentabilidad- sueldo, mejor me preocupo de comer hoy?

Os dejo por aquí este artículo. No sé si sirven para mucho las "semanas contra la pobreza", sobre todo después de que los gobiernos hayan dicho que, con la crisis, nos podemos olvidar de cualquier ayuda al desarrollo... A ver si, al menos, remueve alguna conciencia de esas que sólo son capaces de disfrutar del sonido (no música) de más y más euros en su bolsillo...

COMIENZAN LOS ACTOS DE LA SEMANA CONTRA LA POBREZA
La campaña 'Una promesa no es nada', insta a cumplir los Objetivos del Milenio

ELMUNDO.ES
MADRID.- La Alianza Española contra la Pobreza denuncia que este año hay 50 millones más de hambrientos, para los que el significado de 'crisis' no tiene que ver con el nivel de consumo sino con la muerte. Para acabar con esta situación ha lanzado la campaña 'Una promesa no es nada', con la que insta a los líderes políticos a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU.

La Alianza, compuesta por más de mil organizaciones de sociedad civil, recuerda que mientras estos días los gobiernos ponen sobre la mesa cientos de miles de millones para salvar a sus bancos, decenas de miles de personas mueren ignoradas por la comunidad internacional, "una relaidad que nos disminuye a todos como personas".

Estas organizaciones consideran que, pasado ya el ecuador del plazo fijado por para el cumplimiento de los ODM, el año 2015, lejos de avanzar, en 2008 se han dado retrocesos intolerables y apela a la responsabilidad de los ciudadanos "por no ser exigentes con los compromisos de nuestros dirigentes".

Para acabar con este inmovilismo, ciudades de toda España se sumarán a partir de este domingo a la movilización mundial contra la pobreza que pretende lograr la participación del 1% de los habitantes del planeta, unos 67 millones de personas, en esta iniciativa.

Semana de acción social
Dentro de la Semana contra la Pobreza, se ponen en marcha acciones simultáneas en todo el mundo. En España, la primera de ellas será la colocación de una gran banda blanca, símbolo de la lucha contra la pobreza, frente al Museo Reina Sofía de Madrid. En ella, los ciudadanos plasmarán sus exigencias, que serán llevadas a la manifestación que el próximo viernes. a las 18:30 horas, partirá desde la Plaza de Cibeles hacia la Puerta del Sol.

De momento, más de 50 ciudades se "rebelarán contra la pobreza" aunque se irán sumando más en
http://www.rebelatecontralapobreza.org/, a los diversos actos programados, que concluirán el día 17 con manifestaciones en las principales capitales españolas.

Además, quienes lo deseen pueden dejar en Internet su firma como testimonio de exigencia contra la pobreza. Así se sumarán a la ciberacción mundial en la que ya han participado rostros conocidos como Scarlett Johanson, Annie Lennox o los Black Eyed Peas, autores de la canción 'In My Name', que se ha convertido en himno de la campaña mundial.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Pili, Mili y Carlos

- ¿Hoy tampoco sacarás tiempo para grabarme esos temas?
- No, Juan, he quedado. Lo siento.
- ¿Todos los días tienes cosas que hacer o cañas que tomar?
- No, a veces bebo coca-cola.


Pero hoy tocaban cañas. Pili, Mili y Carlos. Situación económica, planes futuros, lamentos, ruegos y sugerencias, novedades sentimentales y felicitaciones. Y tocaba que llegara a ese momento en el que la conversación viajase hasta esos años, los de mucho antes… Los años de las fiestas “inocentes”, de los tontos, tonteos y contoneos. Los años de las ínfimas preocupaciones, de las cenas por 1.000 pesetas, de Blossom.

De pronto, esa época se tornó distinta, tenía otro enfoque… Era esa misma época, la de complejos, inseguridades, dudas, cerrazones, quedadas inútiles, compañías mal elegidas y elecciones mal acompañadas. La época de no tener nada claro y no aclararse con lo que tienes, de querer lo más apropiado… pero apropiarse de lo menos querido.
Llego a casa con el último cigarro a medio apagar. Degusto una colorista taza de té traído directamente de Londres mientras repaso las últimas líneas del reportaje que debía haber enviado hace más de una semana. (Me daba pena enviarlo y permitir que sus palabras dejasen de ser sólo mías). Creo que ya está listo y es el momento de dejar que salga. Contesto tu último mail y su último mensaje. Cómo han cambiado las cosas, eh?
Repaso la conversación sobre aquellos años. Han cambiado mucho las cosas y hoy siguen cambiando. Ahora lo veo tan claro como tú predijiste hace apenas dos meses. Benditos 30 años.

lunes, 6 de octubre de 2008

¡Sacadme de este autobús!

El otro día, leyendo las andanzas en autobús de mi buen amigo Ramón, pensé: “Vaya, a mí el autobús nunca me ha deparado una sorpresa desagradable”. ¿Por qué diría ‘nunca’? Ha sido uno de esos lunes en los que una no sabe por qué pero toooooodo el país ha debido ir a trabajar a tu hora y en tu mismo medio de transporte. Todos, incluso el abogado que se ha sentado a mi lado con ganas de… lo que sea.

Ha sido la hora más larga de mi vida. Una hora que comenzó por ese empeño de mi madre en “No seas antipática con quien quiera hablarte amablemente”. ¿Por qué no recordé el “no hables con desconocidos”?

Entonces llegó un “vaya, está lleno el autobús” al que siguió un ridículo “cuánta ropa llevamos por las mañanas y qué calor hace a medio día, eh?”. “Sí, sí”, contesté mirando rápidamente a la ventana para evitar prolongar tan profunda e instructiva conversación. No fue suficiente.

Luego vino un repentino… “¿Eres profesora?”. ¿Habéis oído eso? Entre las 98.654.443 preguntas que uno puede hacer para entablar conversación… ¿Quién inventó esa? Seguí en mi línea de amabilidad forzada (Tenía el día generoso). “No. ¿Es que parezco profesora?”.

Ay, Murphy… ¿Es que no sabes las normas básicas de la comunicación? ¡Contestar con otra pregunta es un error que ya difícilmente podrás arreglar! Ese olvido me costó 50 minutos de análisis de la economía, de presunción de los casos importantes que lleva un abogado como él, de debate sobre la objetividad periodística… Eso sí, siempre salpicado por las típicas preguntas-trampa en las que el susodicho intenta averiguar tu estado civil y tus movimientos habituales. ¿Es que nadie ha aprendido nada de esas estúpidas preguntas? Os reproduzco fielmente algunas de ellas. ¡Fielmente!:

- "¿Te has olvidado el móvil? Qué faena, sobre todo si te llama tu novio” (pffff… ¿Quieres averiguar mi estado civil cuando hasta el momento sólo has hilvanado cuatro frases absurdas? )

- “La verdad es que los periodistas trabajan mucho… Bueno, como nosotros los abogados… Por eso mi novia me mandó a la mierda” (¿Y no sería porque eres un pesado??? Vale, ya sé que no tienes novia, pero… ¿crees que me hace ilusión que estés disponible?)

- “¿Cómo te llamas? A mí me gustan nombres de chica como Natalia, Mónica…” (Mi respuesta fue: ‘No suelo pensar en nombres de otras personas, la verdad’. Su comentario, fue… “Ah! Pensaba que ya tenías pensados nombres para tus hijos o algo…” (Mamonazo! Aún no te he dicho si tengo novio y ya te preocupa si tengo cargas familiares???)

- “Pareces muy jovencita. Debes tener unos 27 años, ¿no?” (al menos, la buena noticia del día!)

- “¿Y sales siempre a esta hora de trabajar?” (Mi respuesta: uf, cada día a una hora, ya sabes cómo es esto…)

- “¿Y por las mañanas, a qué hora entras?"(Mi respuesta: uf, cada día a una hora, ya sabes como es esto…)

- “Vaya, yo que quería volver a coincidir contigo” (¿No me digas? ¡Vaya, pues ni lo había notado!)

- (Al bajar del autobús) “Ahora que te veo de pie, eres muy guapa” (Cabr...! Y sentada no?? ¿Cómo alguien puede decir una frase así en el año 2008?)

Muchos de mis escritos mezclan realidad y ficción, pero hacía tiempo que una realidad no se parecía tanto a un relato de ficción. ¿Es que los hombres no han aprendido nada? Menos mal que hay quien sabe hacerlo mejor. ¡Menos mal!

miércoles, 1 de octubre de 2008

Tarta de queso

No es tan fácil, ¿vale? Pero hoy, a mis … años de edad, he tenido mi primer contacto exitoso en el mundo de la repostería. Bueno, más bien, en el arte de mezclar polvos que saben a queso, galleta y sirope (espero que esto no lo lean mis comensales). Pero no importa, porque el resultado ha sido mi primera gran experiencia culinaria, ¡una tarta de queso! Eso sí, he necesitado la colaboración de dos personas, sin contar a la directora de mi empresa (para el toque final) y el del bar de abajo, que además de reservarme siempre mis bombones favoritos, hoy me ha guardado en su nevera la “tarta” mientras me preguntaba extrañado: “¿La has hecho tú?”. ¡¡¡Es que no todo el mundo tiene que saber batir bien, mezclar sin grumos, espachurrar el fondo uniformemente y calcular los dichosos 70mililitros!!! ¡Si esa medida casi ni existe!

Los grandes chefs enseñan que la presentación es muy importante, ¿no? En mi caso, imprescindible. He puesto mi blonda, mi platito y mi decoración… La intención era camuflar lo alarmante que podría ser todo eso al primer bocado. Pero quienes han compartido conmigo mi primera experiencia gastronómico-respostera son buenos actores o me quieren mucho, porque alguno incluso ha repetido. Ahora que lo pienso unas horas después… creo que me quieren. Mucho.

En fin, daré las gracias a la persona que me ha incitado a mi primer contacto repostero (o el último) para compensar sus detalles. Espero que su próximo regalo no sea algo construido con sus manos, que la pre-tecnología en el colegio siempre me costó, y nunca logré que sonase la alarma cuando la canica recorría la pasarela de madera hasta que activaba un motor que a su vez movía una arandela que hacía caer un pato en el agua con un trozo de papel de aluminio que al contacto con el agua activaba una alarma de un coche de juguete… ¿O era al revés? Mejor olvidar por unos días los sentimentalismos y pedir que, el próximo regalo, sea un banal pero coqueto vestidito.

martes, 30 de septiembre de 2008

Souvenir horroroso y exitoso

Dicen que la bruja "WC" es el souvenir más horroroso. Ya es oficial y, al parecer, un notición. Está claro que 'lo hortera' siempre tiene su minuto de fama (sea o no sea un "souvenir"). Ahora entiendo muchas cosas... No seamos gañanes y reconozcamos que todos tenemos alguna horterada que alguien nos ha regalado y hemos dicho con nuestra mejor y más postiza sonrisa: ¡Anda! Qué ganas tenía de tener un... un... un... trozo de porcelana en el que ponga 'Recuerdo de Aranda de Duero'.


lunes, 29 de septiembre de 2008

Virus Vs. Sistema inmune

Comienza la campaña de vacunación contra la gripe. Será que llega esa confusa época en que el tiempo no acaba de definirse y, al parecer, somos vulnerables a estos virus. Dicen que, si nuestro sistema inmune no está fuerte, seremos blancos fáciles para todos esos 'virus' que nos acechan.

Sin embargo, yo creo que nuestro sistema inmune, el otro, parece estar bastante fuerte o funcionar bajo los efectos de una vacuna que pocos reconocen haberse puesto. Esa que permite que hoy, viendo la prensa, uno pueda leer que

-“han aparecido 16 personas asesinadas en Tijuana”,
- “20.000 paquistaníes huyen a Afganistán”
- “50 países pobres contra las cuerdas por la carestía de alimentos” o
- “cancelado un festival solidario por vender solo 25 entradas”…

… Y sin embargo, piense: “¡Anda, Coldplay es uno de los favoritos en los MTV Europe Music Awards! Espero que la gala no me coincida con el cumpleaños de Anita, la novia del amigo de mi novio, que quiere hacer una fiesta y la cosa promete”.

Al final, hay quien se vacuna hasta para su vida cotidiana con una medicación que le induzca a no ver, oir ni hablar. Así que no hay errores, daños colaterales ni preocupaciones. Si eso les hace felices, entonces… ¿deberían ser obligatorias o estar prohibidas estas vacunas?