martes, 15 de julio de 2008

Exceso de equipaje

(Fecha real: 5/junio/2008)

“Un viaje de mil millas empieza con un paso” (Lao Tse)

Apenas unas horas para un largo viaje... Dicen que en los viajes, como en la vida, lo mejor es ir siempre ligeros de equipaje. ¿Pero cómo va uno ligero? ¿Cómo saber cuáles son los “must” que debemos llevar en la mochila y lo que debemos dejar? Elegir incorrectamente lo que llevamos puede estropearnos el viaje... ¿la vida?

...Y aquí estoy, delante de mi enorme maleta de cuatro ruedas (una no es tonta), decidiendo si llevarla llena desde el principio o ir tan ligera que me permita darme el lujo de llenarla un poquito cada día, en cada ciudad de la ruta... Ahora es cuando una echa de menos esas “listas” que hace unos días decidimos desechar por esa teoría de los pesos (léase “49 kilos”). Así es más fácil evitar los “por si acasos”, evitar los “y si...”, evitar los “puede que luego lo eche en falta…”. Es el momento de valorar, en frente de la maleta y con una pila de cachivaches delante, qué objetos son útiles y cuáles serían sólo una carga.

Aunque parezca falta de creatividad, lo admito: me he enganchado a las enumeraciones y, por eso, he descubierto que es posible hacer una lista con esos objetos “imprescindibles” para este viaje. Mejor dicho, dos listas: la de cosas que llevar en la maleta y la de “cosas por hacer en el viaje”. Imprescindibles ambos listados antes de comenzar el viaje…

Lista 1. Cosas que llevar siempre en la maleta:

- Documento Nacional de Identidad. Nos lo recuerdan en los vuelos pero ¡ay amigo! Verás como se te olvide paseando por una ciudad extraña una noche... Cualquier “mala noche” puede dar con nuestros huesos en el lugar inadecuado si no somos capaces de reconocernos... Si cuando nos digan “¡identifíquese!”, no somos capaces de hacerlo...

- Una tarjeta con la dirección a la que vamos. Si tenemos claro dónde vamos, no pasa nada si nos perdemos en algún momento, porque siempre habrá alguien que nos entienda y nos indique cómo llegar.

-Cámara de fotos. Es el mejor instrumento para grabar en nuestras retinas los recuerdos que queremos mantener con el tiempo.

- Dinero. Poco. El necesario. Porque los mejores momentos de nuestro viaje, seguramente, sean aquellos que no se compran con dinero.
- Un buen calzado. Hay mucho que andar y necesitaremos ir cómodos, protegidos, ligeros... Si nos clavamos algo, que no sea en esa parte del cuerpo que necesitamos para seguir caminando.

- Una brújula y un mapa con los sitios marcados a los que queremos y no queremos llegar... Eso siempre ayuda a no perder el norte.
- Una buena agenda de teléfonos “útiles”. Eso sí, en la que siempre haya números de gente que responda, aunque llamemos a las 5 de la mañana y a cobro revertido. Gente que pueda ofrecernos ayuda, y no sólo económica.

- Crema solar. Que no nos engañe el tiempo, porque sea bueno o malo, siempre conviene estar protegido porque tanto puede dañar una granizada como unos inocentes rayos de sol.

- Botiquín. Aunque haya heridas que curan mejor “al aire”, una tirita a tiempo ayudará a curar antes cualquier rasguño. Debemos tener en mente no permitir que nadie nos diga qué llevar en nuestro botiquín, porque uno mejor que nadie sabe qué llevar para curar sus heridas, cuáles son las que más duelen y a qué velocidad curan.

- Diccionario. Lo mejor es no perder tiempo intentando comunicarnos con quien no tiene capacidad para hacerlo. En general, es una suerte hablar idiomas distintos. Cuantos más sepamos, mejor. Intentaremos hablar a cada uno en su idioma, porque seguro que les gusta el intento y ellos intentarán también entender el nuestro. Es uno de los momentos increíbles de los viajes. El entendimiento.

Lista 2: Cosas que hacer en un viaje…

- Si nos cruzamos con alguien que entienda nuestro idioma, nos detendremos y hablaremos, le pediremos consejo porque, quizá, él ya haya recorrido nuestra próxima ruta y pueda orientarnos (Por si acaso, recordaremos siempre “no perder el mapa”).

- Reservar un sitio en la mochila para comprar postales y enviarlas... a aquellas personas que nos desearon buen viaje. Pero no perderemos el tiempo en quien tirará la tarjeta o ni si quiera sabe que ya hace tiempo que nos fuimos. No olvides dejar otro sitio en la mochila, por si alguno de nuestros compañeros de viaje no puede con todo y necesita ayuda. A veces pasa. Pero lo mejor es no dejar que otros se aprovechen al ver que tú puedes llevar un poco más en tu mochila. No es justo andar más despacio por cargar con cachivaches ajenos.

- Cada noche, reflexionar sobre las cosas nuevas que hemos conocido durante el día. Nos ayudará a no volver a sitios que no merecía la pena ver, paisajes que no merecieron el desplazamiento hasta allí. Y apuntaremos los sitios que visitaremos, cada vez con más capacidad crítica...

- Elegir bien a los compañeros de viaje. Quien no sepa disfrutar del viaje, que se quede en casa.

- Tratar de no pagar nunca, nunca, exceso de equipaje. Si debemos pagar por movernos cargando con algo, lo mejor es pensar si compensa… Muchas veces, es mejor dejar allí aquello que no necesitaremos al volver a casa.
Parece que, con todo esto y un puñadito de ropa (ja!), mi maleta está lista. Creo que, a la vuelta, llevaré a cabo esa teoría del Feng Shui de lo “inútil”, que dice que es buena idea meter en una bolsa (real o imaginaria) todo aquello que no sabemos si necesitamos. Si en un año no lo hemos echado en falta, lo mejor es darlo a quien lo necesite o deshacernos de ello.

Qué bien se siente una cuando decide no pagar exceso de equipaje…


No hay comentarios: