lunes, 18 de mayo de 2009

Silencio en el autobús

Saber qué equipo de la NBA llegaría a la final de la Conferencia Oeste, unido a un puñado de chascarrillos nocturnos, me habían hecho despertarme esta mañana con una especie de nubarrón en la cabeza. Tres horas de sueño no dan para mucho. Convencida de que “al mal tiempo buena cara”, elegí una chaqueta roja intensa y mi inseparable pañuelo rojo para enfrentar este lunes con un chip zen que me hiciera pensar que “soy una rama de bambú y nada me turba”.
Sentada en mi “oficina móvil”, ella subió al autobús. Bajita, delgada y de unos 55 años. No debía cuidar demasiado su dieta, porque mientras yo había desayunado dos suculentas tostadas, ella había desayunado altavoz. Y se había olvidado del botón del volumen y el de control de graves. Era una de esas voces que yo envidiaba en los doblajes. Grave, gruesa. Hoy, esa voz era una sucesión de golpes en la cabeza.
El movimiento me hizo tener ganas de echar la primera cabezada del día. A ella parecía no importarle. Empecé a escuchar sus primeros balances de actualidad.
- Perdió Nadal. Le quitarán puntos, ¿no? Porque lo de los puntos es algo así. Que si pierdes, te quitan –comentó a su compañero con seguridad.
- No, no. Quitarte no te quitan –respondió aquel compañero con poco oído pero algo más de inteligencia.
- Que sí, que te quitan. Que esto es así -insistió ella.
- Que no, no. Yo creo que no.
- Estoy casi segura de que te los quitan, aunque tenía mucha ventaja.
Se acabó. Me quité mi chaqueta roja (al fin y al cabo, parecía el fin del buen rollo), coloqué una rodilla sobre el asiento, me di la vuelta y espeté:
- No, no te los quitan. Te van dando puntos según vas superando el resultado del año anterior, vale?
Intenté poner mi mirada desafiante pero no debieron entenderla, porque me agradecieron el comentario. Me volví a dar la vuelta y me arropé con mi cazadora roja en busca de un momento de paz a las 8 de la mañana. ¿Era mucho pedir?
Sí, lo era. Pasaron 20 minutos y esa voz seguía martilleándome. Esa risa chillona me estaba poniendo los rizos de punta, y tanta absurdez condensada estaba acabando con mi paciencia. Respiré y recordé aquella serie mítica de Steve Urkel y en la que el impaciente padre de Laura Winslow se repetía... “Un, dos, tres... yo me calmaré... cuatro, cinco, seis... todos los veréis...”.
No llegué al seis. Me quité el abrigo, me giré, me abalancé sobre ella y, pegando mi cara a la suya, grité:
- ¿Qué te parece si bajas el volumen y me dejas dormir? No me interesa tu fin de semana, ni lo que opinas de la economía, ni las historias que te estás inventando, ni la serie que viste anoche, ni lo que te compraste ayer en el rastro. ¡Sólo necesito que te calles! ¡Es lunes y son las 8,20 de la mañana! ¿Es mucho pedir un poco de paz? ¿Es mucho pedir que me dejes vivir?
Aquella señora empezó a hacer pucheros mientras su compañero, impactado, fruncía el ceño. El autobús se quedó en silencio.
Un giro fuerte del autobús me hizo perder el equilibrio y golpear mi cabeza con la ventana... Con el sonido de mi cabeza contra el cristal, me desperté. Habíamos llegado. Aún desperezándome, escuché su voz gruesa aún golpeando palabras detrás de mí. Me levanté, se levantó y sonrió cuando se cruzaron nuestras miradas. En ese momento, solté una carcajada que ella nunca entenderá.

8 comentarios:

María Pilar Bernal Maya dijo...

uff por un momento pensé que habías perdido los nervios de verdad. Yo estuvo hoy a punto... con uno de mis jefes. Me dijo que me había dado algo "hace un siglo" y yo con una gravedad en la voz totalmente inusual le respondí "mejor concreta qué año del siglo pasado porque en 100 años la memoria me falla" y me quedé tan pancha -y no era un sueño- Hay cada becerro suelto... Y no solo en el bus ya vés.
Bss corazón
;-)

Anónimo dijo...

Pues hubiese molado que le hubieses dicho eso jeje, pero bueno veo que haces como yo, te lo imaginas o lo sueñas, porque seguro que si lo haces el pollo que te monta al doble de volumen hubiese sido ultrasónico...

Rockdriguez dijo...

Madre mia, ese tipo de personas suelo ver a diario en el medico, en el bus, y hasta en el puto semaforo !, la verdad que hay que tener una paciencia grandisma, se escuchan decir tantas chorradas que ... no estaria mal decirle esas cosas ..

Olivia dijo...

Si...los hay que podrían bajar el volumen mientras el resto queremos dormir, jejeje. Una vez un amigo hizo algo por el estilo (pero lo hizo de verdad), había uno con los cascos a todo volumen y le molestaba a mi amigo...así que le dijo "o lo apagas, o te vas de aquí...", oye, funcionó. Ahora te digo, porque no estuve allí sino, un corte que te cagas, jeje.

Besos!

Vitalnn dijo...

jajaja, interesante viaje.

Ciaooooo

Unknown dijo...

Buenos días Alicia... cómo te fue al otro lado del espejo?

Murphy White dijo...

Jajaja...Tupersonalshopper,buena respuesta, sí señor!

C.C. Sí, hice bien en dejarlo en sueño (creo)

Rockdriguez, sí, están por todas partes con sus voces chillonas!

Olivia... ¡Y funcionó! Alguna vez probaré.

Vitalnn... no lo sabes tú bien...

Mono... es lo bueno de los espejos, nunca se sabe en qué lado está uno...

Besos

Anónimo dijo...

Mira que el autobús provoca historias!!
Ana