miércoles, 14 de enero de 2009

Que conste!

¿Por qué siempre dejan la puerta abierta en la calle Cartagena? Lo pregunto, porque debe ser la única calle de Madrid en la que siempre hay corriente. Lo sé, porque últimamente la recorro a menudo. Pues bien. Caminaba anoche, a eso de las 11 de la noche por esta calle de vendavales frecuentes, mientras miraba mi reflejo en los escaparates. Andaba yo riéndome de mí misma. Con mi gorro granate de pelos, la enorme bufanda culminada por cuatro bolas, las bolsas con mi cena (reflejo de mi enemistad con la cocina), los textos de las últimas locuciones, mi nueva cámara de fotos y la guitarra a la espalda. “¿Qué parezco? ¿Una especie de tortuga? Igual sí. ¡Llevo todo encima!”.
En medio de divagaciones y coqueteos con los cristales, me adelantaron dos chicas, cuyo tema de conversación (‘parejas’) merecía mi atención. Afiné el oído (“también parezco una portera” ¡Un saludo para las porteras!). Y ahí estaba su frase: “Que conste que no lo hice a propósito”... “¡Que conste!”, pensé. ¿Dónde consta? ¿Para qué consta? ¿Para quién? Parece que hemos creado el “que conste” para justificar meteduras de pata. Como si fuera una especie de justificante, un ‘borrador de errores’, un eximente ante el juez. “Que conste que no lo hice con mala intención”, “que conste que yo lo vi primero”, “que conste que no es mala persona, pero...”, “que conste que no lo hice por egoísmo”, “que conste que no he cambiado”, “que conste que empecé con él/ella después de dejarte”, “que conste que no pensé que eso te hiciera daño”...
Y digo yo, ¿dónde consta? ¿Existe una especie de libro gigante en otra dimensión donde constan todos esos eximentes, esos justificantes que se entregan para que nos encojamos de hombros y digamos: “bueno, si consta...”? Quizá, dentro de unos años, todos acabemos cogiendo ese gran libro donde figuran todos las constancias que nos dijeron y nos quedaremos más tranquilos. “Se portó mal pero... ¡mira! Hizo constar que...”. Al fin y al cabo, todo lo malo tiene una justificación buena, que es la que consta en acta.
Bien mirado, o jugamos todos o rompemos la baraja así que... Que conste que esto no es una crítica, que conste que sólo escribo teorías porque las experiencias están para vivirlas y que conste que buscaré ese libro de las constancias para encogerme de hombros y repetir: “Bueno, si consta...”.

11 comentarios:

María Pilar Bernal Maya dijo...

Qué conste que me he hecho un lío con tus "que conste". jajaja. Y que eres una cotilla si, jajaja (yo también pongo el oido siempre que puedo. Hay que ver lo que se aprende ¿verdad?)
Bss
;-)

Charlie dijo...

Jaja qué crack, y guay la ilustración del libro gigante. :)

Seguro que hay otro ahora más en desuso pero también gigante, en el que vienen los "con perdón".

Ejemplo:
Me cagué en su puta madre, con perdón, y luego...

Nor dijo...

Que conste que mis constancias no constan en ningún libro, si así fuera, constarían como afirmaciones que constaron en su momento, y que ahora podría ser, que no constaran... me he liado. Que conste que te llamaré pronto

ALMAGRISS dijo...

Pues claro que existe hombre... en ese libro es donde consta que las mujeres no tenemos porqué saber cocinar, jejeje. Por cierto, ¿todas las porteras tocan la guitarra?
Y que conste, que en la calle Cartagena (como todo el mundo sabe) es obligatorio que sople el viento.

Murphy White dijo...

Tupersonalshopperviajero... es que poniendo la oreja se aprende un montón!

Jaja, ¡cierto, Charlie! Había olvidado los con perdón. Es otro borrador-eximente.

Sara, que conste que espero esa llamada ;)

Que conste que Almagriss tiene razón, como sucede a menudo... Y sí, que conste que ser portera y tocar la guitarra no es inversamente proporcional ;-)

Rockdriguez dijo...

que conste que.. me callo !!! eres un poco cotilla, yo suelo observar a la gente cuando voy en bus, pero cuando voy por la calle soy un caso, no se ni lo que pienso, con el santo en el cielo...

Olivia dijo...

ME ha hecho gracia tu entrada. Supongo que es "que conste" es para quien nos escucha tenga por seguro lo que sea. Lo que salga de nuestra boca, de los actos que hayamos realizado. Esas metidas de pata, esas excusas que nos damos para que "conste" al otro, a nadie mas. O quien sabe sí, en ese libro ficticio que dices. En acta.

Ja! un beso, y para nada me parecerías una tortuga!

Anónimo dijo...

Ale, pues yo uso el que conste a menudo. Soy una máquina de justificaciones!
Amy

Murphy White dijo...

Rockdriguez... igual ser cotilla no es tan malo ;)

Excusas, ahí está la clave, Olivia!

Amy, pocos escapamos al "que conste".

Besos

Ramón de Mielina dijo...

la calle cartagena... bonitos recuerdos... :-)

Murphy White dijo...

Allí seguro que ya tienes tu calle Cartagena ;-)... ¿o me equivoco?