Aquella calle era mágica. O lo es. Quizá sea por el momento del día o la gente, o el inexorable destino al que te conduce. Pero aquella calle era mágica. Es mágica.
Durante los 20 minutos en que cada semana caminabas por ella, sucedían todo tipo de cosas. Como si un huracán agitase todo desde fuera y tú fueras la única que lo notaras. Casi todas las historias nacían en esos 20 minutos. A veces, tuviste que apresurarte a buscar un banco en el que sentarte a escribir. A veces, recurrías a copiar torpemente una frase en el teléfono para evitar que se esfumase todo al día siguiente. Otras veces, simplemente cerrabas los ojos para retenerlo todo en la memoria.
Era extraño porque, en aquella calle, te entristeciste un sólo día. Los demás, recordabas, soñabas, inventabas, y siempre, siempre, sonreías al cruzar el cartel de la calle “Elfo”.
Los orientales hablan de física, de energías, de zonas más o menos “zen”... ¡Vaya usted a saber qué tiene aquella calle!, decías tú. Pero a ti siempre te gustó pensar que, algún día, contarías a tus nietos que había una calle mágica en Madrid.
6 comentarios:
Hay lugares que inspiran sin saber muy bien por qué...quizás ahí reside su magia.
Te dejo un beso Murphy.
Yo también tengo mi calle mágica en Madrid... y lo mejor de todo es que nadie lo sabe... sólo es mágica para mí... quizá algún día alguien (mis nietos quizá) descubran su magia...
Un besazo
Pues yo no tengo una calle ni nada mágico jo....yo quiero aunque sean la mitad de minutos de magia..
Y que viva la magia, Volvoreta.
Almagriss, tienes razón. Lo mejor no es contarlo. Es descubrirlo.
C.C. Quizá aún no te has dado cuenta ;)
Besos a todos
Qué gusto da encontrar a gente que sabe encontrar la magia. Hay muy pocos.
Besos.
JN
¿Y se puede saber el nombre de la calle?
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