Dicen que existe un sexto sentido. Dicen que las mujeres, todas, lo tenemos. Pero sepan ustedes que eso no es algo genético. El sexto sentido no se trae puesto con la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto (sí, aprobé primero de parvulitos). Parece que el sexto sentido hay que crearlo, provocarlo, trabajarlo, entrenarlo, afinarlo y reprenderlo si no funciona.
Cuando una gran decepción te grita a la cara que tu sexto sentido falló, una reajusta automáticamente su escala de “cosas decepcionantes” y aprieta un poquito las clavijas de su ya desafinado sexto sentido (no todos tienen oído absoluto). Pues bien, nunca deben confiarse. Y si no, aquí les cuento algunos casos que, por comunes, disculpen que no recuerde si son míos o alguien me los contó...
CASO 1: De profesión ¿bonachón?Le conocí hace unos seis meses y apenas hemos coincidido cinco veces para intercambiar otras tantas conversaciones. Confiando en mi sexto sentido, comenté con amigos: “Ese chico parece buena gente y muy majete” (*Nota: cuando una chica dice de un chico que es ‘majete’, significa “no me atrae ni habrá nunca tema, pero le aceptaría como amigo de cañas”). “Sí- contestaron- y parece bonachón y sencillote”.Hace unos días, en una entretenida comida con amigos en común, me contaron, entre risas, que la novia de aquel bonachón tiene más “antenas” que un saco de caracoles. De pronto, parece que aquel tierno personajillo tenía poco de tierno y mucho de personajillo. ¿Un lobo con piel de cordero? ¿No se le notaba el disfraz? Warning. Me la coló. El sexto sentido... falló”.CASO 2: De profesión, ¿pelota?La conocí hace cuatro años. Pensé que todo lo hacía buscando algo a cambio, un reconocimiento, sobre todo porque se acercaba mucho a ellos. Desconfié aún más cuando él decidió despreciarla sin más. Pensé que aquella chica siempre esperaba una contraprestación. “¿Favores gratuitos en este mundillo? Ni hablar! Busca un puesto en todo este circo".Hace ahora seis meses que he retomado el contacto con ella. No era lo que vendían de ella. Sigue pendiente y haciendo favores incluso a quien sólo le da a cambio las gracias. El sexto sentido falló. El mío falló y el de alguno con respecto a ella, aún sigue fallando. Una lástima.
Permítanme que no convierta esto en una especie de Diario de Patricia trasnochado o terapia de grupo de Sextos Sentido-adictos... Por eso, para finalizar, déjenme recordar una sola cosa: deben llevar su sexto sentido periódicamente a un luthier; recuerden que es un instrumento muy delicado y que, bien afinado, suena de maravilla.