lunes, 28 de septiembre de 2009
De grande a pequeño (y viceversa)
lunes, 21 de septiembre de 2009
Suma y sigue
Hace unos días, tras un improvisado debate sobre la felicidad, entramos a un bar en el que pedí a quienes me acompañaban, que aderezásemos la copa con un solitario donut de chocolate que relucía en una pequeña urna de cristal junto a la barra. Acostumbrados a mis a-menudo-descabelladas sugerencias, aceptaron compartir aquel enorme donut. El último trozo fue el de la discordia, así que –reproduciendo una famosa escena de Notting Hill- decidimos conceder el último pedazo a quien tuviera más motivos para ser infeliz.
Cada uno argumentó su posible infelicidad con todo el drama que pudo añadir. Él, sin embargo, tomó el pedazo de donut, se lo comió y después, simplemente sentenció: “Soy yo quien me lo tengo que quedar, porque soy varios años mayor que todos vosotros”. ¿Desde cuándo la edad era un motivo para el drama? Pensé, entonces, que aquella podría ser la cuarta especie: la que aún no ha entendido el porqué de cumplir años.
En cuanto a mí, cada cumpleaños es un “suma y sigue” (de experiencias, no de años). Por eso, esta vez, he no-celebrado mi cumpleaños durante tres días. Y lo he no-celebrado sin Asuntos pendientes, Lejos de los que ya no están ni han querido volver a aparecer y más cerca de los que aparecen Antes de que cuente diez. Y estuvieron todos, de un modo u otro: los de antes, los de ahora y los de mañana. Y se acercó la música para hacer un intento más. Estuvo Madrid, y también volvió Fito. Aposta por mí. Y no faltaron a la cita las payasadas y las absurdeces, que llegaron de la mano de las infantilidades (que a veces se olvidan de pedir permiso a los años para entrar en escena).
Hay quien dice que uno no debe repetir las vivencias que ya fueron buenas, ni siquiera para perfeccionarlas. Por eso, no importa si esos tres días no llegásteis a probar las croquetas de Moncho, o si el pequeño poeta se quedó sin disfrutar del final. No importa que no llegases a aprenderte aquel baile ridículo ni que lo bailases tú solita justo al lado de la Cibeles. Quizá sea cierto aquello de que las cosas buenas no hay que repetirlas... para dejar espacio a otras mejores.
martes, 15 de septiembre de 2009
(Sin)Sindrome postvacacional
Cuando era pequeña, el mes de septiembre era un mes espeluznante, sinónimo de vuelta al colegio, de desconcierto, de descontrol, de miedo al día cero. El reencuentro con amigos se hacía extraño, las calles de Madrid se volvían pesadas, la vuelta al cole provocaba nudos en el estómago y, hasta retomar las clases de piano se hacía difícil tras varios meses sin tocar un solo acorde. Años después y, como buena trabajadora, septiembre se convirtió en el mes de la vuelta al trabajo, de los madrugones, de la pereza de arrancar una etapa más y volver a hacer el cambio de ropa en el armario.
Con el paso del tiempo, el “día cero” es distinto ada año. Y cada vez más perfecto. Quizá porque mi septiembre siempre arranca con nuevos proyectos y con tantos planes como soy capaz de imaginar. Ahora, el mes de septiembre me encuentra con una nueva mochila cargadita de proyectos, personas y buenas ideas . Sin embargo, mi mochila no pesa.
Este mes de septiembre tengo, como todos, mi particular vuelta al cole. O al trabajo. O al arte. O a todo lo que quiera. Por eso, como hace muchos años, este mes de septiembre estoy escribiendo y borrando cosas con una novísima goma de Milán. A mí me gustaban las de color verde (las blancas se ensuciaban pronto). Y este mes de septiembre tengo un pupitre nuevo. Y gigante. Para mí solita. Para mis cosas.
Espero contarles, dentro de un tiempo, que mi mesa está llena de garabatos, que me ascendieron de curso, que gasté tantos lápices como gomas de borrar errores. Y que el cuaderno lo rellené y tuve que comprar otro nuevo. Y que tuve cuadernos de cuadros y de rayas, y blogs de dibujo y que, esta vez, no tuve que pedir a nadie que me ayudase a dibujar. Les prometo que, dentro de un año, les contaré cómo ha sido mi nuevo curso.
Feliz vuelta.