jueves, 27 de noviembre de 2008

Las redes (a)sociales

Mi amigo terrenal está convencido de que este mundo es endogámico. Sí, sí, sé qué significa ‘endogámico’ y ambos sabemos que empleamos mal su significado. Pero lo empleamos para repetirnos que todo, absolutamente todo, acaba estando relacionado. Para bien y para mal. Hay experimentos que hablan de seis grados de distancia con el resto del mundo. Yo creo que son menos, aunque a veces intentemos meter con calzador varios grados de por medio.
Pero si esta teoría de la “endogamia mundial” no tenía demasiados ejemplos para justificarse y se convertía en cuestionable, parece haberse transformado en obvia gracias a las redes sociales. Sigo pensando firmemente que estas ciber-redes (tipo facebook) tienen una parte útil y otra absolutamente ridícula. Me envían solicitudes de juegos o test del tipo “¿Qué carrera profesional deberías tener?”, “¿Cómo eres?”, “¿Qué compatibilidad tienes con tus amigos?”, “¿Qué personaje de dibujos animados serías?”. A todos los remitentes de estos juegos les digo que, a mis 30 años, no necesito responder a 25 preguntas o seleccionar 18 imágenes para saber quién soy (lo descubro cada día), quiénes son mis amigos (se lo intento recordar a ellos todos los días), ni qué carrera debería tener (la que tengo, por suerte).
Pese a todo, una vez, fui una necia y jugué. Error. Ese juego insignificante pero pretencioso me dijo: “Eres Bob Esponja”. ¿¿¿¿Qué yo qué??? Siempre creyéndome una princesita o, como mucho, Minie Mouse y de pronto leo esa sentencia en la pantalla de mi ordenador: “¡¡¡Túuuu eres Bob Esponjaaaa!!!”, con un espeluznante dibujo del personaje en cuestión. Murphy, Murphy, eso te pasa por ingenua. Ahora tendrás que entrar en la Wikipedia (enciclopedia de los cultos, ya se sabe) y descubrir sus características para ver qué te hace parecida a él:
“Bob Esponja Pantalones Cuadrados es una esponja marina que vive en una piña debajo del mar, con su vecino calamar, Calamardo Tentáculos, que vive en un moai. El otro vecino y mejor amigo de Bob Esponja es una estrella de mar rosada llamada Patricio Estrella, que vive bajo una roca. Bob Esponja y Patricio viven a ambos lados de Calamardo, desgraciadamente para él (pues los aborrece). Calamardo es constantemente molestado por las payasadas de Bob Esponja y Patricio. Bob Esponja que es amarillo, absorbente y poroso (de acuerdo con el tema musical en inglés), trabaja como cocinero en el Krustáceo Kaskarudo, un restaurante de comida rápida donde Calamardo es el cajero...”
Correcto. Me identifico. Lo han clavado. Sólo me falta la piña, aprender a bucear, encontrar entre mis amigos uno al que llamarle “estrella de mar”, machacar mi hígado hasta ponerme amarilla y aprender a cocinar.
A lo que vamos. Las redes sociales. Para lo bueno y para lo malo. Me empecé a plantear lo malo cuando había solicitudes que no me apetecía aceptar. Me lo continué planteando cuando los amigos de mis amigos NO eran mis amigos. Y hoy, después de ver el nombre por accidente de una de esas personas con las que no quieres tener ni un miserable vínculo, me he repetido “¿Por qué tengo ver su nombre en mi pantalla? ¿Por qué también tiene que estar vinculada a tal o cual persona o a tal o cual evento?”... Después, en un ejercicio de mi malicioso sarcasmo, me he tranquilizado pensando: “Pobrecita, no hace falta que juegue a los personajes, seguro que le sale La Bruja Avería”.

martes, 25 de noviembre de 2008

"Usted no lo sabe, pero depende de ellos"

Gracias a un buen amigo, rescato por aquí esto que escribió Pérez Reverte en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que 10 años después uno debe leerlo y pensar un poquito...

"Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.
Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.
No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.
Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza."

jueves, 20 de noviembre de 2008

La Cocina de los Monólgos 2

No soy de risa fácil. No soy de carcajada. Pero reconozco que ayer sonreí, reí y finalmente sucumbí a la carcajada en el estreno de ‘La Cocina de los Monólogos 2’. Ingenio, humor y buenos recuerdos son tres de los ingredientes que vais a encontrar en 'La Cocina de los Monólogos 2' si estos días os queréis acercar por el Teatro Arenal de Madrid. Albert Boira, Iñaki Urrutia y Belén Rubio son los tres maestros de la cocina humorística que ofrecen, a fuego lento, varios monólogos de identificaciones rápidas cuya digestión se facilita con un cóctel de carcajadas. Ah! Sí! Y demuestran que las mujeres sí son buenas en el arte del humor.

Aquí adjunto un poco de información promocional…

Después de más de un año ofreciendo a los paladares del público madrileño y barcelonés `La cocina de los monólogos´ y habiendo paseado sus fogones por distintas ciudades de España, esta compañía decide presentar sus nuevas recetas de humor con un nuevo espectáculo.Reunidos en interminables sesiones de creatividad y después de estrujar sus cerebros hasta el límite, encuentran por fin el nombre ideal con el que bautizarlo: La cocina de los monólogos 2.Animados por esta racha creativa que les invade, ofrecen ahora un nuevo atracón de risas en su punto.
Los Cocineros de Temporada
Albert Boira - Especialista del directo, un veterano cocinero experto en describir situaciones cotidianas aliñadas con sarcasmo e ironía, sus platos se sirven desde la experiencia que le da haberlos vivido en sus propias carnes.Su característica diferencial, la improvisación, es un condimento que solo usan los grandes chef´s, que tienen, como receta especial su rapidez mental y la respuesta adecuada en el momento oportuno.
Belén Rubio- Cuando uno ve a Belén a los fogones, se da cuenta de que se ha ganado a pulso un sitio en la alta cocina de los monólogos. Su autoridad y su seguridad no dejan lugar a dudas de que estamos ante una de las grandes del género a nivel nacional.Esta cocinera aporta un sentido del humor de fuertes sabores no exento de un regusto de clase e inteligencia, muchos desearían tenerla a su lado, aunque no todos estarían a la altura necesaria.
Iñaki Urrutia- Este catalán con nombre vasco y residente en Madrid, consigue, con sus recetas hacer pasar al público de la sonrisa a la carcajada con un humor rápido fresco y elegante.Referente obligado en el panorama nacional de cocineros del humor, con un estilo que llega a comensales de todas las edades y creencias, se hace imposible resistirse a los particulares sabores que se degustan en sus monólogos, perfectamente elaborados, de fácil digestión e inconfundible estilo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Dobles raseros

La gente cambia. Esa es la frase que más he escuchado en el último año. El “Fulano” de hoy ya no es el mismo que el “Fulano” del año pasado, ni si quiera es el mismo que era la semana pasada. “Esa o aquella persona se ha vuelto hipócrita y egoísta porque ha cambiado y ya no es la misma persona”. Pero ¿por qué utilizamos ese argumento sólo con la gente que cambia para lo que consideramos ‘mal’?
Todo es distinto cuando alguien trata de ‘reconvertirse’, arreglar algo mal hecho o enmendar un error. Siempre encuentras a un mejor amigo que sentencia eso de… “No te fíes, las personas nunca cambian”.
¿Interpretamos el ‘cambio’ o el ‘estancamiento’ de la gente en función de lo que nos dejará más tranquilos? ¿Tenemos entonces tantos dobles raseros?. Está claro que para la gente que, de pronto, nos hace daño sin saber por qué siempre recibimos una palmadita en la espalda y un “la gente cambia”. Pero para quien quiere corregir un error o cambiar para ‘bien’ (esto del bien y el mal, ya se sabe que no son conceptos absolutos ni universales), siempre se nos pide precaución porque “la gente no cambia y el que es así, siempre será así”.
Y digo yo, ¿entonces de qué depende que la gente cambie? ¿Sólo se puede cambiar si es 'para mal' y, en caso contrario, no hay cambio que valga? ¿No será que lo hace según su facilidad para ser influenciable? ¿No cambiará también aquel dispuesto a aprender de cada cosa, evolucionar, absorber, entender, compartir y vivir las cosas? Al final, para evitar los dobles raseros, es preferible acomodarse en la gama de grises que hay siempre entre el blanco y el negro, entre el cambio radical y la anti-evolución.
Aunque ya decía Confucio que “quien pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios”, a mí me gusta eso de Alexis Carrel de que “lo mismo que un río: el hombre es cambio y permanencia”.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

"Miénteme pero dime que me quieres"

Hoy recibía un mensaje de una amiga pidiendo ayuda. En su trabajo (para algún estudio), le habían pedido un listado de excusas que pone la gente para dejar una relación. Escarbar en el pasado siempre es arriesgado, sobre todo cuando una tiene que repasar las excusas más recientes que ha escuchado. Así que, una charla con un par de amigos durante una hora puede ser un buen momento para cotejar opiniones ajenas. Así estábamos L., R. y yo dispuestos a sacar alguna conclusión. L es más lunar, más poeta. R es más terrenal pero con un punto curioso de sensibilidad. Como seres humanos y hombres, ambas opiniones eran perfectas.
Cuando tres personas dadas a la filosofía barata empiezan un tema así pasa lo que suele pasar en estos casos: primero decidimos si hablamos de excusas, de razones o de eufemismos. No es lo mismo dar una razón empleando eufemismos que dar una excusa. Aclarado el punto dialéctico, toca aclarar si hombres y mujeres hacen lo mismo. Según R, los hombres dan excusas para no sentirse mal por dejar la relación. En cambio -según R- las mujeres usan excusas para ocultar algo. Ya se sabe que generalizar sobre estas cosas es arriesgado e inútil. Igual que sobre las preferencias. Yo siempre he sido de la verdad aunque duela, y L ha dicho preferir el "miénteme pero dime que me quieres".

Al final, después de la conversación, hemos recopilado unas cuantas excusas y las razones que encubren:

  • No siento que confíes en mí (no sé qué excusa poner, así que tiro por ahí)
  • Estamos en puntos distintos de la relación (no te quiero)
  • Necesito no ocuparme de nadie y estar a lo mío (¿soy egoista?)
  • No sé lo que quiero (a ti nLista con viñetaso te quiero)
  • Necesito independencia (hay otra persona)
  • Ya no eres la de antes (¿yo no soy el de antes?)
  • Debemos darnos un tiempo para averiguar qué sentimos (según R, esto significa: te voy a tener ahí, en el congelador, mientras descubro si funciona lo mío con "x")
  • No sé si me quieres (y mejor no te lo pregunto, lo doy por sentado y me voy con otro/a)
  • Tú te mereces algo mejor (yo tengo otra/o... tú ya encontrarás otro/a)
  • Es mejor dejarlo cuando la cosa está bien, antes de estirarlo y que se estropee (Vamos, que no pienso luchar ni un poquito, porque ya tengo a alguien en mente)

No hemos tenido tiempo para más... Pero me quedo con mi excusa favorita, la que me ha contado L., mi amigo lunático y poeta: "Lo siento, pero tengo que volver a mi planeta".

domingo, 2 de noviembre de 2008

Don Carisma y Don Dinero

Ellos son los dos acompañantes que más ambicionan los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Nunca dejarán de sorprenderme las campañas americanas, pese a que todo parece formar parte del mejor guión de Spielberg… o el peor. Es una ciencia ficción que a menudo roza el absurdo y que, al final, siempre se escapa de las manos de los más expertos analistas políticos. A veces hacen bien recordándonos que triunfa el “tanto tienes, tantos votos vales…”. De hecho, dicen que han sido las elecciones más caras de la historia.

Estos meses hemos leído, visto y escuchado tantas estupideces por segundo, que una ha llegado a pensar que había retrocedido unas décadas y habíamos vuelto a la época del folletín. Así, cada día, bajo el epígrafe de “elecciones americanas”, una encontraba nuevas relaciones de amor-odio, teatrillos, personajes que entran fugaces en escena para crear un nuevo enredo, personajes que desaparecen y, por supuesto, los discursos diseñados para mover el sentimentalismo de las masas.

En los últimos meses hemos escuchado a Sarah Palin decir que era experta en política exterior porque “desde Alaska, casi se ve Rusia”, hemos visto a cadenas de alimentación hacer sondeos electorales basados en que los clientes eligieran un vaso azul o rojo para el café y también hemos oído cómo Palin caía en una broma radiofónica en la que se le hacía creer que hablaba con Sarkozy. En medio del absurdo, hemos conocido a “Joe el fontanero”, que se convirtió en protagonista del debate entre Mc Cain y Obama (y que NY Times acabó denunciando como “estafador”), hemos visto a Homer Simpsom intentando votar por Obama en uno de los capítulos estelares de los Simpsons, a los astronautas de la NASA pidiendo el voto y a un pueblo de Colombia emitir billetes con la cara de Obama. Se ha hablado de racismo, de dinero, de amigos terroristas, del cuñado de Palin, de la inexperiencia de McCain…

Parece que quedan unas horas para que se ponga punto y final a este circo del surrealismo (luego empieza otro… pero eso ya es otra historia). Creo que echaré de menos este “folletín” diario…